lunes, 12 de diciembre de 2016

La tele cochina

Tengo que reconocer que los comerciales irlandeses se cortan un poquito más que los españoles cuando van buscando clientes a pie de calle. Un "lo siento, pero no tengo tiempo" basta para que busquen otro objetivo. Al contrario que aquella comercial que me asaltó en una calle de Madrid para que me hiciese socio de no sé qué oenegé: tras preguntarme que si colaboraba con alguna, le dije que sí (y no es del todo falso, ya que un tercio de mis impuestos irlandeses van destinados a ayuda social y otro tercio a una sanidad pública a la que yo no tengo derecho a acceder), que la cantidad que aportaba era bastante alta y que no quería ser socio de ninguna otra organización. Bueno, pues que sepáis que soy un egoísta que no piensa en los demás y que seguro que tiene mucho dinero que no quiere usar para ayudar a los más necesitados. Al menos eso fue lo que me dijo ella.

Sin embargo, hace unos días, mientras pasaba por delante de un stand de SKY, el ultrasonriente comercial de turno me cortó el paso preguntándome si me interesaba contratar su paquete de televisión para poder disfrutar de chorrocientos partidos de fútbol a la semana. Al responderle que no me interesa el fútbol, me miró sorprendido y contraatacó con el argumento del gran número de películas y series que tendría a mi alcance. Mi respuesta, como bien estaréis pensando, fue que tampoco me interesaba ver películas y series en televisión. Ante esta nueva contrariedad, el comercial me preguntó que qué era exactamente lo que me gustaría ver en la tele, convencido de que, fuese cual fuese mi respuesta, SKY tendría un canal para mí.

Pero resulta que SKY no tiene ningún canal que emita porno. Lo que sí que tiene es un comercial que la próxima vez se lo va a pensar dos veces antes de preguntar a desconocidos por sus gustos televisivos.

Esta situación me hizo percatarme, una vez más, de que los contenidos eróticos han desaparecido de las televisiones de muchos países. Bien sea por legislaciones mojigatas, bien porque el acceso a internet le ha hecho perder rentabilidad, ya no es posible visionar contenido en la caja tonta centrado en el noble arte del retoce. Hay países como Reino Unido o Francia que aún reservan material televisivo subido de tono para la franja nocturna. Pero en otros, como Rumanía, nada de nada. Y esto lo digo porque he dormido en un hotel de Bucarest que, de cincuenta canales sintonizados en la televisión del hotel, tenía al menos siete dedicados a música y bailes regionales y CERO a tomaydale delante de la cámara.

Por ello hoy quiero dedicarle esta entrada, dándole un toque ubi sunt de lo más bohemio, a aquellos meses de mi adolescencia en los que la televisión, en lo que a regulación relacionada con el porno se refiere, era una mezcla entre el Lejano Oeste y el Bronx. Y, para darle más emoción al asunto y parecer que estoy hablando de algo serio, he decidido titular a mi post (y ponerlo en negrita, ojo): El canto del cisne del porno en la televisión de España a principios de los años dos mil.

Espero que disfrutéis de los recuerdos que voy a relatar a continuación. Y espero que el señor que está sentado a mi lado en el AVE mientras escribo esto y que no para de mirar a mi pantalla, disfrute también.

Partiendo de contenidos suaves en los ochenta y noventa como el descuido de Sabrina en la nochevieja del ochenta y siete, las mamachicho en Telecinco o los casposos desfiles de lencería de Noche de Fiesta (o incluso de corbatas. José Luis Moreno tuvo los huevazos de hacer desfilar a las azafatas vistiendo únicamente corbatas mientras las cámaras enfocaban de lado en un desfile de pezones como nunca se ha visto en la televisión pública. Me acuerdo porque aquella noche me costó dormir más de lo normal), a determinadas horas era posible ver pornografía en la tele. Me imagino a que todos os vendrá a la mente la peli de los viernes por la noche de Canal+, pero ésa no cuenta, que los pobres infelices que no estábamos abonados recibíamos la señal codificada. Y, al igual que los trucos caseros para engañar a un control de alcoholemia NO FUNCIONAN, eso de agitar la mano delante de la pantalla, TAMPOCO.

No. No sirve

De todas formas, los que vivíamos en Valladolid teníamos acceso al Canal 29, nuestra televisión local, y cada viernes noche era posible visionar una cinta erótica en dicho canal. La calidad era pésima, pero en un época sin HD ni streaming ni esas moderneces de las que pueden disfrutar los adolescentes hoy en día cuando se encierran con el móvil en el cuarto de baño, pues no estábamos como para ponernos sibaritas. Bueno, cada viernes, no. Recuerdo que en una ocasión un amigo mío se quedó solo en casa todo el fin de semana y, aprovechando que era viernes, me invitó a visualizar la película en su salón. Pues bien, era Viernes Santo, y no quedaba muy bien emitir cierta clase de contenidos en televisión durante esos días, por lo que llegado el esperado momento, descubrimos que Canal 29 había programado Masters of the Universe. Y una cosa es no ponerse sibarita y otra cosa es pasarse, así que nuestro gozo en un pozo. Pero no todo fueron penas aquella noche, ya que también vimos La vida de Brian y cenamos pizza, y el repartidor que nos las trajo cuando la peli de los Monty Python iba más o menos por la mitad tenía la misma puta voz que el personaje de Pilatos. Y tuvieron que pasar muchas semanas para que aquello dejase de hacernos gracia.

Pero sigamos hablando de cine erótico, que no puedo irme sin mencionar el verano de dos mil uno y la saga "Mitos del cine erótico" que programó Antena 3 para los lunes por la noche. Yo poniendo la excusa para quedarme despierto mientras todos en mi casa se iban a dormir de que iba a ver South Park, cuando en realidad lo que quería era culturizarme con el visionado de las obras de Tinto Brass. Dicho así, no me hace quedar tanto como un adolescente salido, valga la redundancia.

Un año antes, por cierto, y apuntándose al carro del exitazo que tuvo Gran Hermano en nuestro país (y que gracias al garrulismo de la población sigue teniendo dieciséis años después), la misma Antena 3 emitió el truñazo El Bus, cuya mecánica consistía en un grupo de gañanes encerrados en un autocar que iba de ciudad en ciudad durante cien días. Pues recuerdo haber visto (a las siete de la tarde, no os lo perdáis) en una televisión local que no recuerdo, la versión porno de aquel reality. Se llamaba La furgo (os lo juro) y era igual del malo que el original, pero con los concursantes dándole delante de las cámaras.

Y es que con el surgimiento de decenas de televisiones locales se abrió una caja de Pandora que sólo la TDT y una restrictiva regulación de contenidos pudo cerrar. Era muy habitual el poder sintonizar canales cuya única misión consistía en estafar a los televidentes: por el día emitían concursos llamaygana amañados (la gente se pasaba horas escuchando la locución de una línea 906 sin llegar a entrar nunca a concursar mientras que las voces que se oían en el programa no pertenecían a concursantes) y por la noche emitían porno mientras gran parte de la pantalla mostraba anuncios de contactos y un supuesto chat de citas en el que se podían publicar mensajes previo envío a un número de pago.

Sin embargo, el rey indiscutible entre todos aquellos canales emitiendo contenidos al límite de la legalidad era el Canal 47. A pesar de que no todos tenían acceso al mismo desde sus casas (y es que sólo era posible sintonizarlo a través de pequeñas antenas situadas junto al televisor, algo de lo que yo NO disponía), no había joven que no hubiese oído hablar de él y de sus maratones de cine porno. En mi clase había dos chicos que contaban con sendas televisiones en sus dormitorios con acceso al Canal 47. Y llegaban a clase cada mañana con unas ojeras como empanadillas, pero con una cara que ni Santa Teresa cuando le pasó aquello de ver a Dios y tal.

fuente: mediavida
"Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento" (Santa Teresa encerrada en su habitación con el volumen de la tele al mínimo)

Al final, el porno en televisión fue desapareciendo poco a poco, y las últimas escenas subidas de tono que recuerdo haber visto en horario infantil se emitieron en La Sexta, dentro de un programa muy absurdo que le dieron a Pocholo Martínez-Bordiú en el que a Arancha Bonete, sin venir a cuento, le daba por enseñar las tetas a cámara en dos de cada tres escenas.

Al final no me ha quedado un artículo tan largo como pretendía. Pero qué queréis. Yo no estaba tan salido durante mi adolescencia como pensábais.

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