Metámonos en política.
El otro día llegaron a casa un par de cartas remitidas por el ayuntamiento, dirigidas a mi novia y a mí, y yo lo primero que pensé mientras abría la mía fue "ay, Dios". No es de extrañar que este pensamiento me viniese a la mente, pues lo habitual es que cada vez que me toca pelearme con cualquier trámite o documento administrativo de este país acabe con dolor de cabeza y ganas de abandonar la civilización para siempre. De hecho, tengo pensado escribir una entrada al respecto para que os hagáis una idea, pero aún no sé ni por dónde empezar.
De todas formas, en esta ocasión el disgusto no fue tal y mi exabrupto mental estuvo de más. Resulta que estaban a punto de celebrarse elecciones municipales y de distrito en la ciudad y se nos invitaba amablemente a participar en la Fiesta de la Democracia. Algo así nos chocó a mi novia y a mí, pues aunque ya llevamos dos años en Austria, para según qué cosas aún tenemos el modo irlandés activado por defecto (siete años metidos en Dublín es lo que tienen, chica). Mientras vivíamos en la Isla Esmeralda sólo se nos permitía participar en las elecciones al Parlamento Europeo, por lo que no nos quedó más remedio que echarnos a un ladito mientras los irlandeses decidían qué hacer con el matrimonio igualitario en 2015 y con la despenalización del aborto en 2018, y alegrarnos desde la barrera al ver que no la cagaron en ninguna de las dos ocasiones.
Pero resulta que en la patria de Schwarzenegger, al menos cuando de elecciones municipales se trata, los extranjeros censados en la ciudad sí que podemos colar papeletas en urnas. Y oye, teniendo la oportunidad, ¿por qué desperdiciarla? Y más cuando siempre he considerado que votar, más que un derecho, es la excusa perfecta para criticar a aquellos que han elegido a quienes están en el poder cada vez que éstos hacen lo que no deben. Si es que la Democracia me gusta más que al emperador Palpatine, joder.
Con esta idea de dudosa moral en mente eché un ojo a la carta de marras para saber qué hacer el día de los comicios. Y no sé si porque todo venía bien masticadito a nivel descriptivo o porque en el fondo estoy aprendiendo alemán de forma irremediable, pero esta vez no me tocó tirar de Frau Pfefferoni para que me ayudase con la traducción. En resumen, las instrucciones especificaban la dirección del colegio electoral, así como la mesa a la que debía dirigirme. También se pedía que, teniendo en cuenta la que está cayendo, todo el mundo fuese con mascarilla y que cada uno se llevase el boli de casa. Y yo decidí que tiraría de éste tan salao que me compré en una droguería de Maribor (sí, la ciudad en la que me pasó lo del ojo):
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Tiene dibujado un cacahuete con pajarita y sombrero de copa y pone "Mr. Peanut". No me digáis que no es una monada |
Podía haber elegido otro bolígrafo que adquirí en la misma droguería, más caro y con cabezal intercambiable para usar como estilográfica, pero no lo hice porque ES UNA MIERDA. Que tiene una tinta demasiado clara y deja borrones cada vez que lo uso para tomar notas cuando me siento frente al piano. Unas notas que, por otra parte, harían llorar a Javier, mi profesor de música de Primaria:
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¿Solfeo? ¿Qué es eso? |
Y por si contar con derecho a voto y el poder sacar de paseo un boli tan majo no fuesen suficientes motivos, la Schule nos pillaba de camino a la panadería balcánica a la que vamos cada domingo para hacernos con dos Semmeln que nos ayuden a empujar el platazo de huevos fritos con bacon y torreznos que nos metemos para desayunomer ese día de la semana. Así que no había excusa, llegó la mañana electoral y, bolígrafo en ristre, allá que fuimos.
La verdad es que el proceso fue más sencillo de lo que esperaba: seguir las indicaciones de la entrada, presentar el DNI para certificar la identidad de uno, recoger el sobre con papeletas destinadas a alcaldía y distrito y meterse tras un biombo para rellenar ambas. Cada papeleta incluía una tabla en la que aparecían todos los partidos presentados, así como hueco para marcar el elegido y para escribir el nombre del representante de turno.
Llegados a este punto, tengo que aclarar que no es que yo sea precisamente politólogo, pero con la autoridad que me concede el que aquí mando yo, coño, y tras haber dedicado cinco minutos a leer un par de artículos de Wikipedia, voy a hacer una breve descripción de los principales grupos políticos para que vosotros decidáis si cualquier parecido con la política española es o no pura coincidencia.
ÖVP, Österreichische Volkspartei (Partido Popular de Austria)
Señoros en traje, maquillados y muy bien engominados, echando la culpa a los demás de sus propios fracasos y miserias, organizando pelotazos y capeando casos de corrupción con mejor o peor suerte. La clase de políticos que parecen vivir en (y gobernar para) una burbuja dentro de la cual no estamos ni tú ni yo y que, sin que seas capaz de explicártelo, ganan una y otra vez. Lo que más rabia me da de este partido es que su líder tiene la misma edad que yo y ahí le tienes, presidiendo un país entero mientras yo me dedico a escribir gilipolleces en este blog y a merendar happymeals en el McDonalds porque estos días están regalando cartas de Pokémon.
Die Grünen (los verdes)
Un partido con un programa que se basa en la ecología y poco más, pero que lleva décadas agarrado al poder austríaco como una garrapata a base de subirse a hombros del partido más votado (sea del color que sea) y formar coalición. Vamos, como el PNV pero cambiando autodeterminación por bosques y carriles bici.
SPÖ, Sozialdemokratische Partei Österreichs (Partido Socialdemócrata de Austria)
Véase ÖVP.
KPÖ, Kommunistische Partei Österreichs (Partido Comunista de Austria)
¿Os acordáis de la Copa del Rey 95-96, cuando el Numancia le enseñó los dientes al Barça? Pues con los comunistas pasa algo parecido aquí: a nivel nacional no pintan una mierda, pero en la ciudad son segunda fuerza política, con un 20% de los votos y sólo superados por el ÖVP. Que igual es porque saben como batirse el cobre en la calle: una línea telefónica gratuita para orientar a inquilinos, asistencia legal gratuita a quienes van a firmar un contrato de alquiler y la guerra que dan cada vez que se pretende arrasar medio monte para levantar (aún más) pisos o al alcalde de turno se le va la olla y se le ocurre que aquí se podrían celebrar unos juegos olímpicos de invierno, entre otras lindezas, sirven para que cada vez que los medios de comunicación se dirigen a ellos en plan "que viene el coco", uno de cada cinco votantes reaccione diciendo "pues que venga".
[Edit de última hora: ¡PAM! En tu puta cara]
NEOS - Das Neue Österreich und Liberales Forum (La Nueva Austria y Foro Liberal)
"El partido que ha llegado para reformar la política", con eslóganes guays, colores fosforitos y mucha (quizá demasiada) presencia en redes sociales. Vamos, como cuando vas a un hotel moderno decorado con mal gusto y rezas para que las paredes estén lo suficientemente bien insonorizadas porque sabes que muchos de sus inquilinos no van a usar su habitación para dormir, precisamente. Que de lejos puede parecer algo decente, pero es que son liberales. Liberales. Y yo ya estoy cansado de lidiar en Twitter con gente que se cree que puede inventarse nuevas reglas desde el punto de vista económico cada vez que sus ideas locas demuestran ser una gilipollez cuando se intentan aplicar en el mundo real.
FPÖ, Freiheitliche Partei Österreichs (Partido de la Libertad de Austria)
Aquí el tema de los residuos se lleva muy a rajatabla: además del cubo del papel, el de plástico y envases, el del aluminio, el del cristal transparente, el del cristal oscuro y el de residuos en general, hay otro tipo de cubo para basura biodegradable o compostable: restos de comida, plantas secas y tal. El inconveniente que ofrece este último es que, como en éste en particular no está permitido usar bolsas, siempre está sucísimo y no es de extrañar que incluso lleno de gusanos, por no hablar de la peste que otorga a todo el cuarto de basuras.
PIRAT, Piratenpartei Österreichs (Partido Pirata de Austria)
De la existencia de éste me enteré hace poco porque un anuncio suyo se me coló en Facebook. Se fundó durante aquel boom de la privacidad en Internet, los cierres de webs de torrents y los jovencitos que llevan sudadera con capucha y que no tienes muy claro qué quieren, pero oye, a lo tonto han logrado colocar un concejal en el ayuntamiento y un párrafo en esta entrada, mira tú.
Había más partidos, pero creo que con lo dicho os hacéis una idea, así que no voy a describir más. Tampoco os voy a enseñar la foto que hice de la papeleta-folio porque no sé si sería legal y no me quiero meter en líos, gracias. Si la queréis ver, venid de visita y os la enseño en persona.
Pues eso, que el proceso fue de lo más simple. Tras abandonar el biombo con ambas hojas marcadas y metidas en el sobre, colé éste en la urna (que parecía más un cubo de basura de Ikea como los que tenemos debajo del fregadero que una urna, pero no seré yo quien critique la estética electoral austriaca). Mi novia hizo lo mismo, y entonces pasamos por la panadería como habíamos planeado y nos volvimos a casa, donde cocinamos y después jalamos semejante delicia:
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Ojito al Semmel, arriba a la izquierda |
Esperabais que la hubiese cagado en algo mientras votaba por no conocer el idioma, ¿no? Y que lo hubiese contado aquí para vuestro deleite, ¿no? Pues os jodéis, que esta vez no ha tocado.

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