Y me convertí en un friki del correr. Por ello, siempre intento seguir las retransmisiones de atletismo por televisión, y las correspondientes a los recientemente finalizados Juegos Olímpicos de Río no han sido una excepción.
He de reconocer que no me ha sido fácil hacer el seguimiento en directo, ya que las pruebas que tenían lugar por la tarde (según el horario europeo) me pillaban en el trabajo (por lo que he estado más pendiente de que mi jefe no me cazase que de lo que pasaba en el estadio) y, por encima de un friki del correr, me considero un friki del dormir, así que de las pruebas de madrugada, nasti de plasti.
Por lo que al final me he enterado de la mayoría de eventos y resultados a través de las noticias. Y ha sido una de dichas noticias, precisamente, la que más me ha llamado la atención:
Yohann Diniz: El atleta que sufrió diarrea, se desmayó y aún así terminó su carrera en Rio 2016
Me gustaría hacer una reflexión antes de meterme con esta noticia. Hay que reconocer que el deporte en general, y el atletismo en particular, exige un esfuerzo físico y mental considerable a quien lo practica. Entonces, ¿qué es lo que lleva a millones de hombres alrededor del mundo a poner al límite sus capacidades, llegando incluso al extremo de perder el conocimiento y hasta la propia vida en el barro, el tartán, el asfalto, el césped, la lona, o la superficie que corresponda?
Muy sencillo: impresionar a las tías.
No me miréis así. Vale, podéis decirme: "Eso es mentira, so marrana, que también hay mujeres que compiten. ¿Qué motivo tienen ellas, eh? ¿EH? CONTESTA".
Buena pregunta para la que no tengo respuesta, la verdad. De hecho, teniendo en cuenta que la prensa deportiva trata al deporte femenino como si fuera el escaparate de un Ann Summers, el que una mujer haga deporte me parece, bajo todos los puntos de vista, admirable. Y si alguna deportista quiere aportar su opinión, abajo está la sección de comentarios.
En cuanto a la razón que nos mueve a nosotros y que acabo de revelaros, he de decir en mi defensa y en la de todos aquellos que nos calzamos el pantalón corto al menos un par de veces por semana, que no es una decision propia, no. Es una idea muy extendida en occidente la de que la mujer es un premio destinado a aquellos que se entregan al 100% deportivamente hablando (en el caso de los talibanes, por otra parte, dicho premio está destinado para aquellos que se convierten en chocapic en medio de un evento multitudinario. Es otra cultura).
Ahí tenéis a Rocky Balboa, que (spoiler alert) después de haberse llevado más hostias que el portero de un futbolín acaba la película con Adriane abrazándose a su cara sudorosa y sanguinolenta. Os juro que después de ver Rocky me entraron ganas de apuntarme a boxeo, o de meter la cabeza en una hormigonera en marcha (poca diferencia hay entre las dos cosas, al fin y al cabo), creyendo que así mi Adriane particular vendría a darme mimitos.
O Chicho Terremoto. Por Dios, Chicho Terremoto. No había capítulo en el que no terminase recibiendo estopa en la cancha. Pero todo merecía la pena si al final conseguía ganarse el cariño de Rosita. O verle las bragas directamente, que el chaval no se andaba con rodeos. Tres puntos, colega.
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fuente: Tatsunoko Production Esta foto queda muy bien como fondo de móvil. Os la regalo. De nada |
Y como bonus, no quiero dejar pasar este maravilloso anuncio promocionando las ligas juveniles de juegos gaélicos en Irlanda. Si conseguís ver el vídeo con detenimiento sin echar la pota (a mí me toca aguantarlo cada vez que voy al cine y me sienta peor que tener a un crío en el asiento de detrás dándome patadas), podréis ver que entre tanta escena protagonizada por rudos adolescentes luchando por convertirse en HOMBRES de pelirrojo pelo en el pecho a fuerza de... hacer deporte (¿?), hay un par de fotogramas en el que aparecen... sí, CHICAS. No es que se hayan colado por error en el plano, no. Es que están representando el papel que les toca: ponerse a un ladito donde no molesten a mirar cómo juegan los MOZOS, y lanzarse de coño a por el triunfador del partido cuando éste termina, o correr a consolar al pobre muchacho que se acaba de llevar un golpe de sliotar en los huevos.
Con esta clase de arquetipos, no es de extrañar que, por ejemplo, Íker Casillas (never forget que había gente en este país que llegó a cometer la imbecilidad de llamarle "San Íker". NEVER FORGET) se lanzase a besuquear a Sara Carbonero tras la final del mundial de 2010 y toda la prensa lo considerase un bonito gesto romántico y no el clarísimo caso de denunciable acoso laboral que fue.
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fuente: Mediaset Gracias, Sara |
¿Veis? Nos hacen creer a los hombres que el deporte llevado al extremo es un medio y que vosotras sois el fin último y ahí estamos, pasando un mal rato de cojones en lugar de disfrutar de lo que debería ser una sana afición creyendo que así nos ganaremos vuestro casito.
No voy a convertir esta entrada en un debate sobre la estupidez y el sexismo que puede haber en los ejemplos que acabo de comentar (más que nada porque el debate sería más o menos así: ¿Hay estupidez y sexismo en los ejemplos que acabo de comentar? Sí. Fin del debate). En su lugar, voy a volver a la noticia que he compartido al principio de mi artículo. Y es que es comprensible que te juegues la vida como un imbécil en una competición deportiva estando a punto de morir deshidratado (de hecho, algunos han llegado incluso más lejos si cabe), pues te han hecho creer que las tías se van a volver locas por ti. No obstante, tras una lectura rápida, me surgieron un par de preguntas. A saber:
1-De entre todos los deportes disponibles, eliges la marcha atlética, que es el menos elegante de todos ellos. ¿Crees que moverte a lo largo de cincuenta kilómetros como si fueses el Pato Donald con almorranas te va a ayudar de cara a un cortejo que busca eróticos resultados?
2-Y lo que es peor, ¿de verdad consideras que alguna mujer va a encontrar atractivo que, en lugar de retirarte silenciosamente al primer retortijón, TE HAYAS CAGADO ENCIMA y continúes en la competición mientras millones de espectadores alrededor del planeta contemplan el material fecal deslizándose por tus muslos y rodillas, dando lugar a un dantesco espectáculo que los ecologistas de Greenpeace podrían utilizar como campaña de concienciación contra los vertidos tóxicos al medio ambiente?
Sin embargo, un análisis más detenido de la noticia me ayudó a resolver todas mis dudas: resulta que el atleta es francés.
