lunes, 8 de enero de 2018

Behave, colega (I)

Durante el año dos mil diecisiete se ha dado un hecho que me ha parecido especialmente encantador. Y es que uno de mis compañeros de oficina, entre enero y diciembre, ha expuesto sobre su escritorio un pequeño calendario de no sé qué empresa de aquí que, cada mes, mostraba a la mascota de alguno de sus empleados junto con un pequeño texto explicando qué animal era, su nombre, su edad y qué le gustaba y disgustaba a la criatura, en plan concurso de talentos. Así, he podido pasar un buen rato descubriendo cada mensualidad a un nuevo perro, gato, caballo, cobaya o pececillo. Muy cuqui todo.

El rato que he dedicado a procrastinar durante el pasado año no me ha dado para memorizar los detalles de cada bicho, pero sí que he llegado a pensar qué texto acompañaría a mi foto si yo fuese la mascota de alguien y coprotagonizase el calendario junto con otros once animales, y no me miréis con esa cara, por favor. Mi texto diría algo así:

  • Nombre: Joseá.
  • Especie: humano con lunares.
  • Edad: 31 años.
  • Le gustan: el café, las películas de ciencia ficción de los años sesenta y que Margaret Thatcher ya no esté entre nosotros.
  • No le gustan: el vinagre, que la gente grabe notas de voz de Whatsapp y las colas de embarque.


Bueno, pues ahora mismo estoy en una puta cola de embarque. El motivo por el que me disgusta hallarme en estas situaciones es "porque sí, ¿qué pasa?", y aunque hoy empiezo mis vacaciones, esta circunstancia no impide que mi cabreo aumente por momentos. Especialmente mientras me encuentro en esta cola en particular, pues la pantalla que hay sobre la puerta lleva tres cuartos de hora mostrando el aviso de boarding, pero aquí estamos todos más parados que M. Rajoy gestionando una crisis.

La cuestión es que hay una entrada que lleva semanas rondándome la cabeza y que no he podido plasmar en este blog por falta de irritación mental, pero ya que hoy se me está poniendo el malahostiómetro por todo lo alto, voy a sacarle partido a la situación, y voy a desarrollar la guía de urbanidad para españoles en Irlanda.

Advierto que la entrada de hoy está especialmente cargada de mala leche, así que allá vosotros si queréis seguir leyendo.

Hola, compatriota cuyo vuelo acaba de aterrizar en el aeropuerto de Dublín. Ahora te dispondrás a cruzar el control de pasaportes y, con suerte, pasar unos días descubriendo esta maravillosa isla o, muy a tu pesar, tratar de comenzar una nueva vida fuera del país que a mí también me dio una patada en el culo con forma de marca España hace ya cinco años. Si tu caso es el primero, confío en que disfrutes y, si es el segundo, te deseo la mejor de las suertes. Y también que disfrutes, ¿por qué no?

Y hasta aquí el buen rollo, porque aunque el choque cultural es muy leve, vas a tardar en cagarla menos que en atravesar el primer paso de cebra mirando hacia donde no debes. Por ello, y para evitarte malos ratos, permite que comparta contigo estos diez consejos cargados de bordería:

1-No hables mientras están dando un mensaje por megafonía, joder


Me ha tocado soportar esta situación docenas de veces. Bien sean las instrucciones de seguridad de la tripulación del avión, bien sea una voz en el centro comercial pidiendo al gilipollas de turno que quite su BMW de donde lo ha dejado mal aparcado, bien sea el aviso de la siguiente parada del autobús, no falla el español que, tras descubrir aterrado que no entiende NADA, se apresura a comentar entre risitas nerviosas y en un volumen mayor que el del aviso que no entiende NADA para acto seguido, continuar rajando su mierda sin pensar en quienes están intentando escuchar.

Vale, ya sabemos todos que no tienes ni zorra de inglés, pero cállate, que los demás queremos fingir que sí que entendemos el mensaje.

2-Baja la voz, cojones


Las conversaciones en este país no alcanzan el nivel de decibelios al que estamos acostumbrados en España, así que deja de comportarte como si estuvieses de juerga dentro de un bar. Y si resulta que estás de juerga dentro de un bar, procura que sea en bajito. Una vez domines el arte de no comunicarte con los demás como si fueses un cabrero, comenzarás a darte cuenta de que aquellos que vocean aquí son casi siempre españoles, y la situación te cabreará tanto como me cabrea a mí ahora.

Vale, que tú alegarás: "pues los italianos que hay en Irlanda también gritan mucho cuando hablan, mimimimimi". Y yo ante eso te digo: "¿estás utilizando a italianos para justificarte? ¿En serio? ¿¿¿EN SERIO???".

3-No hables en español si hay no españoles delante, hostias


Las cosas como son. Por mucho que estés fuera de España y por muy multicultural que sea este país, vas a cometer el mismo error en el que caemos todos y vas a terminar relacionándote casi exclusivamente con españoles. Y tiene su lógica. A tu cerebro no le apetece trabajar más de la cuenta y es más sencillo que intentes construirte un entorno social en el que puedas comunicarte en un lenguaje que ya dominas al menos oralmente (por cierto, y aunque esto no está relacionado con el resto de la entrada, si no sabes diferenciar entre "haber" y "a ver" o entre "sobre todo" y "sobretodo" mereces LA MUERTE).

No obstante, no serán pocas las veces que tu grupito de españoles muy españoles y mucho españoles incluya a estrellas invitadas de otros países (acabo de decir que Irlanda, y especialmente Dublín, es de un multicultural que te cagas). Bueno, pues ahí es cuando no te va a quedar otra que coger tu lengua materna y shove it up your asshole. Ten un poquito de respeto, haz un pequeño esfuerzo y habla en la lengua de Shakespeare para que todo el mundo entienda lo que estás diciendo. Salvo que quieras quedar como un paleto y continuar rajando en Spanish mientras quienes no saben lo que dices piensan que eres un ignorante y un vago por no saber ni querer saber inglés, o incluso que estás riéndote de ellos en su puta cara. Aquí nadie va a burlarse de ti debido a tu acento o tu nivel. Pero, para que te quedes más tranquilo, el punto que viene a continuación te va a venir de perlas.

4-Aprende a pronunciar funny como es debido, me cago en todo lo que se menea


Debido a que no quería complicarse mucho la vida, tu profesor o profesora de inglés te dijo en su día que la "u" se pronuncia como si fuese nuestra "a" de toda la vida, y a tomar por culo. Así que bus es bas, under es ánder, upon es apón, must es mast, y así sucesivamente. Al final va a resultar que el inglés no es tan complicado como lo pintan.

fuente: posot class
¡Ay! El big red bas. Qué recuerdos...

Hasta que llegamos a la palabra que usan aquí para decir "divertido".

Y es que uno no puede estar describiéndole a un grupo de angloparlantes algo gracioso o entretenido y calificarlo como fanny. Cierto es que algunas palabras se las traen, y más si tenemos en cuenta que para haber sólo cinco vocales, los ingleses tienen entre dieciocho y veintitrés pronunciaciones de las mismas, según a quién le preguntes. Por ello es de entender que los que no crecimos llamando a nuestros padres mummy y daddy lo llevemos crudo si de pronunciar thoughroughly, choir o squirrel se trata. Pero por pronunciar bien funny no os va a dar una embolia. Y, si lo veis muy mal, coméos la vocal y decid f'nny, haced el favor.

Más que nada porque fanny significa "coño".

5-No fisgues, copón


Cuando lleves aquí una semana ya te habrás dado cuenta de que pasas más tiempo a lo largo del día esperando a que llegue el bus que disfrutando de la luz del sol, y es que la capa de nubes que cubre las islas británicas de forma perpetua hace que las irradiaciones solares sean para los irlandeses como el anillo único para Gollum. Esta circunstancia provoca que, por una parte, todo el país se tire al sol medio en bolas los dos o tres días del año que de verdad calienta (amaneciendo al día siguiente con unas quemaduras en la piel que ríase usted de la tripulación del Challenger. Bueno, mejor no. No se ría, que aquello fue un accidente y está feo, hombre) y, por otra parte, las casas cuenten con unos ventanales del tamaño de mesas de billar sin persianas ni cortinas destinados a optimizar la luminosidad cuando los fotones que vienen de fuera se pueden contar con los dedos de una mano.

Te chocará entonces que los irlandeses hagan vida normal en sus salones y cocinas sin esconderse de los transeúntes (pues en España se da el caso contrario, que ocultamos los interiores de los hogares como si Bernarda Alba viviese en cada uno de ellos). Y allá que vas a ir tú, a asomarte como un suricato para fisgonear lo que hay dentro e invadir la privacidad de esa pobre gente. Te parecerá bonito...

Lo mismo se aplica si perteneces a ese sector de la población que puede mear de pie. Aquí los urinarios públicos no cuentan con biombos de separación a los que estás acostumbrado porque se considera que sus usuarios son unos caballeros educados que van a lo suyo, y en algunos casos extremos el lugar destinado a las micciones no es más que una suerte de abrevadero alargado (quizá he usado una comparación algo desafortunada. Sólo espero que no te la tomes al pie de la letra si llegas a algún baño de estas características y estás demasiado borracho):

fuente: secondhand toilet units


Bueno, pues te digo lo mismo que te he dicho con respecto a lo de asomarte a los ventanales de casas ajenas: tú, a lo tuyo. La ausencia de elementos que le oculten la chorra a quienes están a tu lado en ese momento tan íntimo no te da derecho a escanear entrepiernas ajenas. Así que céntrate en lo que tienes entre manos, anda. Desde el primer chorro hasta la última gota.

Vale. Al principio de la entrada he dicho que mi guía incluía diez consejos, ¿verdad? Bueno, pues creo que los que quedan voy a dejarlos para la semana que viene, que quiero que vayas practicando los cinco primeros.

No, en realidad lo hago porque me he quedado sin palabrotas que añadir a los títulos. Pero no te preocupes, que en unos días tengo el vuelo de vuelta con su correspondiente cola de embarque, y ahí podré darme cuerda de nuevo.

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