lunes, 10 de abril de 2017

La murciana

La murciana apareció cuando ya no quedaba sitio en el equipo de soporte español y tuvo que hacerse un hueco entre los agentes franceses.

La murciana se presenta con dos besos porque "eso de dar la mano" no lo hace una española.

La murciana decidió que sólo ella puede llamarme "Joselico".

La murciana se dio cuenta de que TODOS los días me llevaba un bocata al trabajo para comer y me dijo "Joselico, ¿qué es eso de comer bocadillos todos los días? Tienes que cocinar" (mientras se comía un tupper de puré de patatas con salchichas, que no tiene ningún mérito). Y, desde entonces, no he vuelto a comer sándwiches.

La murciana tardó dos semanas desde su llegada a Irlanda en elaborar un mapa de bares en los que se había olvidado alguna cosa.

La murciana presenció conmigo la performance de un ruso que bebía vodka y cocacola por separado, preparándose el cubata dentro de la boca, y que nos preguntó si estábamos casados y nos soltó un sermón de diez minutos acerca de las bondades del matrimonio y de "encontrar una mujer por la que proveer".

La murciana escribe en castellano, habla en panocho cuando se cabrea, enseña en inglés y maldice en gabacho.

La murciana dice obelisco en vez de basilisco.

La murciana estuvo a punto de montar una escena en un restaurante porque nos sentamos a tomar un café y la camarera nos pidió que terminásemos rápido y dejásemos la mesa libre para quienes entrasen a cenar.

La murciana me lió para que me tejiese una bufanda.

La murciana empezó a tejerse una bufanda, pero el proyecto se le fue de las manos y acabó tejiéndose una capa.

La murciana hace fotos con flash desde el asiento de detrás del coche, provocando que yo crea que un radar nos ha crujido y que mi novia piense que una tormenta de las que traen riadas que hacen desaparecer a la gente nos va a crujir en cualquier momento.

La murciana me lio para que hiciese kayak un sábado por la tarde en las sucias aguas del estuario de Malahide.

La murciana llama chiquichiqui al detector de proximidad de un Peugeot 1007.

La murciana nos invitó a mi novia y a mí a cenar en su casa, nos preguntó que qué queríamos comer, le dijimos que pizza y preparó una pierna de cordero al horno. Con patatas.

La murciana nos quiso enseñar un montón de detalles de su patio desde la ventana de la cocina, pero la línea de sujetadores que tenía tendida al viento irlandés no nos dejaba ver nada de lo que nos estaba indicando.

La murciana dice piza en vez de pizza.

La murciana niega que diga piza en vez de pizza.

La murciana tuvo una experiencia traumática en el baño de la oficina cuando oyó a una brasileña mear muy fuerte.

La murciana exclama "¡SERÁ VERDAD!" cuando no se cree lo que le estoy contando (lo cual ocurre el ochenta por ciento de las veces que hablamos).

La murciana se emociona si el bed and breakfast en el que vamos a pasar la noche tiene figuritas de ranas en la puerta.

La murciana se pidió un té de hierbas tan intenso que todo el centro comercial estuvo oliendo a bosque hasta el día siguiente.

La murciana estuvo dándome cháchara en el jacuzzi del gimnasio hasta que se nos empezó a caer la piel a tiras.

La murciana se fue a Rusia para comprobar si lo del loco de los cubatas era un caso aislado y descubrió que TODOS los rusos están locos. Empezando por los vendedores de pelapatatas que hacen demostraciones del funcionamiento de sus productos en los vagones del metro de San Petersburgo.

La murciana ha conseguido que los rusos me llamen Joselica.

La murciana llama pelufas a las mondas de las patatas.

La murciana está pensando ahora mismo: "¡Ah! Pero vosotros, ¿no llamáis pelufas a las mondas de las patatas? ¿¿¿EN SERIO???".

La murciana lloró de la risa porque aproveché que su ordenador del trabajo tenía el volumen encendido para enviarle mensajes instantáneos a intervalos que interpretasen La cucaracha a través de las notificaciones.

La murciana estableció como fondo de escritorio del ordenador de su trabajo una foto de la huerta murciana con la leyenda "FOREVER MURCIA" que le pasé por correo interno.

La murciana podría sobrevivir varias semanas a base de shortbreads, hashbrowns y salchichas de las que sirven los viernes en la cantina que hay al lado de la oficina.

La murciana se niega a ver The IT Crowd y Freaks and Geeks aunque se lo haya pedido cuarenta veces.

La murciana levanta una mano cuando suelto alguna burrada, levanta las dos manos cuando suelto alguna burrada muy fuerte y se lleva la cabeza a las manos cuando suelto una burrada denunciable.

La murciana me contó que su perro se llama Manchitas y añadió: "Y ahora suelta una burrada de las tuyas".

La murciana nos hizo viajar de Dublín a Cork y montar en un barco porque quería ver delfines y ballenas. Y valió la pena.

La murciana sabe cuánto odio las notas de voz de Whatsapp y ya ha conseguido que le mande alguna.

La murciana echaba de menos el sol de su tierra y se montó en un avión que dejó Irlanda un poco vacía, llevándose a Murcia la repugnante costumbre de untar ketchup en las tostadas.

La murciana se marchó dejando a deber un paseo a caballo.

Y la murciana, que gusta mucho de tocarme las narices, ha decidido cumplir años un martes, así que esta felicitación le va a llegar con seis días de retraso.

La murciana trisca como un chivo en una playa irlandesa

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